London se siente temporalmente atraído por el tema de la lucha por la vida y por la crueldad de esta. Como señala George Orwell: <>. La naturaleza es cruel e indiferente, parece decirnos London en sus relatos del Gran Norte. Solo los fuertes y más adaptables consiguen sobrevivir en la lucha; y a veces, ni siquiera ellos, porque, tras las penalidades o los titánicos esfuerzos para no sucumbir, siempre puede estar aguardando la broma del destino: un fatum perverso, representado por el pino que se abate inesperadamente sobre el hombre que conduce el trineo o el hielo traidor que se abate sobre los pies del caminante.