En un viejo almacén de un barrio popular de Santiago de Chile tres sexagenarios esperan impacientes la llegada de un hombre. Cacho Salinas, Lolo Garmendia y Lucho Arencibia, tres antiguos militantes de ELN, el grupo de elite del partido de Salvador Allende, derrotados por el felón golpe de estado de Pinochet, víctimas de la sangrienta represión que anegó el país durante los años de plomo de la dictadura militar, condenados al exilio y al desarraigo, vuelven a reunirse treinta y cinco años después, convocados por un legendario luchador anarquista, a quien conocen como el especialista y al que esperan para ponerse a sus órdenes en el que debe ser un postrero golpe contra la oligarquía pinochetista. El especialista es Pedro Nolasco, nieto de un mítico anarquista que en 1925 asaltó el Banco de Chile, en compañía de los Justicieros, los españoles Durruti, Ascaso y Jover, auténtico Robin Hood de la revolución allendista, azote de la oligarquía chilena, personaje mítico de la militancia izquierdista.... Enfermo de gravedad y con los días contados, contacta con Lolo Garmendia y le pide que reúna a un equipo de viejos militantes para ejecutar una postrera acción revolucionaria: recuperar un importantísimo alijo de dinero escondido en un antiguo restaurante por los grupos de oligarcas chilenos que, para hundir el régimen de Allende, sacaban de contrabando el capital de Chile. Pero cuando Nolasco se dirige a la cita en el almacén, muere de forma grotesca, golpeado por el destino ciego en forma de un tocadiscos lanzado desde una ventana en medio de una violenta discusión conyugal. El plan parece haberse ido al garete por la muerte del líder hasta que Garmendia se dirige a sus compañeros y, recordando la expresión favorita de su difunto compañero, les dice: ¿Qué,